Abandono del patrimonio cultural de Cancún, tema central en conversatorio por el 55 aniversario

SALVADOR CANTO

CANCÚN.- En el marco del 55 aniversario de Cancún, el conversatorio “Fuentes, Monumentos y Patrimonio Cultural de la Ciudad”, realizado en la Biblioteca Nacional de la Crónica, abrió un espacio de reflexión sobre un tema incómodo pero urgente: el abandono del patrimonio histórico y cultural de la ciudad.

Ahí, el arquitecto Carlos Cosgaya Medina —especialista en urbanismo y uno de los cronistas más activos de la historia local— fue enfático: “Lo que no se conoce, no se aprecia, y por eso, más allá del rescate físico, urge una campaña de difusión y educación ciudadana que construya una narrativa compartida sobre el pasado de Cancún. Tenemos historia, tenemos patrimonio. No podemos permitir que todo se pierda por negligencia o por ignorancia”.

Sostuvo que el enemigo número uno para el rescate de los monumentos históricos es la falta de continuidad por parte de los gobiernos en los planes, programas y proyectos.

A lo largo del conversatorio, Cosgaya hizo un recorrido crítico por los principales espacios patrimoniales de Cancún que hoy se encuentran en deterioro. Uno de los casos más emblemáticos es el Monumento a la Historia de México, una obra escultórica diseñada para ser tocada y leída, concebida como un espacio interactivo y didáctico.

“Ahí hay mucha filosofía. Es un monumento para ser recorrido con las manos y la mirada, pero nunca se ha hecho nada por acercarlo a la gente”, lamentó.

Además del abandono, denunció que llegar hasta él implica poner en riesgo la vida: está aislado en medio de vialidades rápidas, sin un paso peatonal seguro. “Podría haber un puente, un túnel, algo. Pero ni eso”.

En este punto, coincidió con las reiteradas denuncias públicas de El Despertador de Quintana Roo en el sentido de que el deterioro del monumento es evidente: “Se han caído pedazos”.

Narró un episodio revelador: “Hace poco traje a un experto de la Unesco para que hiciera un dictamen; vino con sus propios recursos. No lo recibieron (las autoridades). No escucharon sus propuestas. No se ha hecho nada”.

Advirtió que, lamentablemente, otros monumentos siguen el mismo camino, como el de José Martí, en el camellón central de la avenida Cobá, o la Torre de Microondas, del escultor Ernesto Paulsen Camba, ubicada en el corazón de la Zona Hotelera. “Son piezas que deberían estar puestas en valor, pero ni siquiera están visibilizadas”, afirmó.

Para Cosgaya, la raíz del problema es doble: por un lado, la visión de corto plazo de los gobiernos; por otro, la falta de una cultura ciudadana que comprenda el valor simbólico y social del patrimonio.

“Ha habido administraciones que ni siquiera nos pelan, que nos ven como antagonistas, cuando lo que buscamos es ayudar a nuestro patrimonio. Se necesita voluntad política y continuidad técnica. Un comité ciudadano podría dar seguimiento a los proyectos y evitar que todo se borre con cada cambio de gobierno”.

La situación se vuelve más paradójica si se considera que, desde el 7 de noviembre de 2016, existe un inventario oficial del patrimonio cultural tangible del municipio de Benito Juárez, publicado en el Periódico Oficial del Estado de Quintana Roo. Este documento identifica y documenta 38 bienes patrimoniales —desde edificios históricos hasta fuentes, esculturas y murales— como herramienta para preservar la identidad de la ciudad. Sin embargo, no hay acciones concretas que traduzcan ese inventario en protección, restauración o difusión.

En la lista figuran lugares como la Casa de la Cultura, el Palacio Municipal, la Biblioteca Enrique Barocio Barrios, la fuente de “El Ceviche”, la Iglesia Cristo Rey, el Parque de las Palapas, el busto a Francisco I. Madero, esculturas como “Libro Abierto” o “Fantasía Caribeña”, además de monumentos dedicados a Benito Juárez, José Martí, los Héroes Navales, y murales como el de la Cultura Maya o el del Chicle. También se incluyen elementos urbanos como el Asta Bandera, las fuentes de Kukulcán, Fonatur y la Familia, y la traza fundacional del Primer Cuadro de la ciudad.

Pero hay otros patrimonios invisibilizados incluso dentro del propio inventario: entre ellos, 18 vestigios arqueológicos en plena mancha urbana y la Hacienda San José de la Vega, una propiedad del siglo XIX ubicada entre el aeropuerto y la delegación de Alfredo V. Bonfil. “Ahí se hicieron las primeras ferias de la primavera de Cancún. Tiene un cenote a cielo abierto. Es una joya de valor histórico, natural y simbólico, y está completamente abandonada”, subrayó Cosgaya.

En el año en que Cancún cumple 55 años de fundación, el mensaje es claro: sin memoria, no hay futuro. Y sin acción, no hay memoria que sobreviva.